martes, 9 de julio de 2013

PASEO A LA HACIENDA LA VALDIVIANA

Jacob Aquino Muñoz.

Este artículo es el primero de una serie de artículos que escribiré en este blog, para narrar las andanzas y aventuras de un añejo grupo de motociclistas de Chiapas, así como también para relatar las maravillas naturales, arquitectónicas y gastronómicas, que estos hidalgos motorizados van conociendo en el camino.

El domingo 7 de julio de 2013, salimos un grupo de motociclistas pertenecientes al Motoclub “Ruteros de Chiapas”, uno de los más antiguos de la entidad. El proyecto de paseo dominical fue conocer la hacienda “La Valdiviana”, ubicado en el municipio de Cintalapa, del Estado de Chiapas.

"La Valdiviana" es la Hacienda más famosa del Valle de Cintalapa. Fue un extenso latifundio que perteneció inicialmente a Bartolomé de Valdivia, quién la nombró "La Valdiviana", para perpetuar así su apellido. Su arquitectura es colonial con intervención neoclásica. Su hija la vendió a Fray Esteban de Olaechea y Michelena. En el siglo XIX pasó a manos de la familia Esponda. Por la extensión que tuvo, esta hacienda fue muy productiva, en ella se cultivó el henequén que fue el producto industrial más explotado en las últimas dos décadas del siglo XIX y principios del siglo XX.


En la actualidad es un hotel boutique que cuenta con habitaciones, restaurant, salón de usos múltiples para eventos y reuniones. También ofrece la oportunidad de realizar deportes extremos y paseos a caballo.

La salida al paseo quedó marcada a las 8:30 am, en el parque de La Juventud. Llegamos solo 3 motociclistas. Más adelante, en Juan Crispín, se unieron 4 más. En el camino, justo enfrente al Amate, encontramos un motociclista que se había adelantado y que viajaba con su pareja. También se nos unió, justo en la entrada de la hacienda, un motociclista más con su esposa.

La hacienda “La Valdiviana” está a escasos 3 kilómetros del punto denominado “el cero”, justo donde inicia la carretera Cintalapa-Arriaga. La entrada, es recorriendo unos 500 metros de terracería en buenas condiciones. Desde la entrada a su estacionamiento, el impacto en nuestro ánimo empezó a subir. Estacionamos las motos bajo un árbol, ubicado en medio de la capilla y la entrada de la hacienda.

En la visita a la capilla puedes conocer parte de la historia de quienes la hicieron producir y crecer a “La Valdiviana”. En el interior de la capilla están las lápidas de algunos de sus dueños, la familia Esponda Tort. El dato más antiguo del fallecimiento de los miembros de la familia se registra en 1853. Cada lápida te habla, en silencio, de sus contribuciones a la edificación de esta maravilla de Chiapas.

Al entrar al interior de la hacienda “La Valdiviana” el impacto es mayor. Es espectacular. Primero un espacio destinado a la recepción, donde no hay ningún dependiente, pero sí muebles y fotografías de sus antiguos dueños. Un paso más adelante, la hacienda se abre en una especie de cuadro. De un lado están las habitaciones, con sendos corredores, patio con pasto en medio. Al fondo, el restaurant, nuestro destino final. La especialidad de la casa, el “cochito al horno”, uno de los mejores de Chiapas.


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